Hola amigos. Pudiéndome centrar en la gráfica, que es de lo que realmente trata este blog, hoy toca una de publicidad. De hecho son mundos que tienen sus puntos de contacto.
Después de muchos trabajos publicitarios he almacenado una serie de reflexiones que quiero compartir con vosotros. La mayoría surgen del mal hábito de ser cartesiano y consecuente. Ahí os dejo las reflexiones sin orden ni concierto:

Hasta hace muy poco había un repertorio de palabras prohibidas en la jerga publicitaria. Y no porque fueran especialmente ofensivas o malsonantes, sino porque eran contraproducentes y afeaban el concepto de un producto. Por ejemplo crecepelo, bragas, diarrea, sobaco, o menstruación. Apartado especial merece la palabra barato. Nadie en su sano juicio usaría esta palabra en un anuncio… hasta que la crisis nos dio la correspondiente bofetada en la cara y el miedo hizo que las empresas presionaran a los publicitarios para bajar el tono e ir al grano. Ya he visto decir «barato» en la tele y lo he visto escrito en algún folleto. A ver cuántos de los productos económicos se tornan baratos. Por contra, emplear el término «cojonudos» al referirse a los espárragos es algo asumido como normal, de hecho lo he visto en diferentes marcas de espárragos.

Fórmula mejorada. ¿Cuánto margen de mejora tiene una fórmula cualitativa?. Hablando de productos de alimentación es complejo pensar que unas galletas, magdalenas o natillas nos puedan gustar más gracias a su mejorada fórmula. ¿Cuánto de imperfecta era la fórmula antes de ser mejorada?. La palma se la lleva una marca de yogures que enarboló la frase ahora menos ácido, ¿y porqué no corrigieron la acidez antes y nos tuvieron todo este tiempo sufriendo sus efectos?

Sabor casero. Es como decir blanco muy oscuro. ¿Casero un producto que por necesidad de fabricación se hace de forma industrial? Sabor casero tienen las lentejas que hace tu madre… en casa. Me intrigan las caras que pone la gente en las tiendas y supermercados cuando elige un producto entre varios mirando las etiquetas. Cada vez estoy más convencido de que el consumidor medio es mucho más inteligente de lo que las marcas –y sus departamentos de marketing– quieren creer.

Formato ahorro. Otra de mis sandeces favoritas. Aquí se produce además un contrasentido fantástico: con la proliferación de personas que viven y consumen solas, las marcas se ven obligadas a envasar sus productos en paquetes unitarios o más pequeños de lo normal. Eso hace que el gasto en embalaje sea mayor, con lo que el ahorro es… inexistente.

Ahora un equis porciento más. Si las marcas siguen regalando porcentajes de contenido, los botes de champú llegarán a ser garrafas algún día. Curiosamente cuando miras un lineal en un supermercado, los envases comparten el mismo tamaño. Y si eres de los que les gusta examinar el contenido, tienes una ardua tarea por delante. Con la finalidad de complicar el cálculo de precios entre envases, los contenidos muestran cifras tan esotéricas como 815 ml, 180 gr, etc.

Visto/Anunciado en TV. Sí, todavía existen productos que exhiben esta coletilla en su envase. Hay que rentabilizar la inversión que supone una campaña publicitaria en TV. Quizá tuviera su sentido hasta la década de los ochenta o noventa, donde la tele era ese todopoderoso ente. Ahora puede volverse en contra de la propia marca el uso de dicha frase: ¿Me está usted diciendo que su producto es más caro porque tiene que amortizar una costosa campaña en la tele?

Fabricado en la U.E. Ya, pero ¿en qué país de la U.E.? La descripción es tan vaga como decir «Fabricado en un continente». Otras veces nos las tenemos que ver con crípticas siglas tipo Made in P.R.C (People’s Republic of China). Hay mucha diferencia en costos entre un producto fabricado en Alemania y otro fabricado en Bulgaria y ambos son países europeos.

No todas las reflexiones son negativas. La concienciación de las marcas con determinadas patologías ha hecho que la etiqueta «sin gluten» se haya hecho omnipresente en todos los productos que cumplen esa característica, haciendo menos complicada la vida a los celíacos y a sus familiares. Por contra, también nos encontramos con envases que contienten frases tan intrigantes como: puede contener trazas de cacahuetes ¿debo entender que en la máquina donde hacen las magdalenas antes han tostado cacahuetes? Prefiero no saberlo.