Nota: Esta anotación tiene un ámbito restringido, ya que sólo tendrá sentido completo para aquellos que vivieron los años ochenta en Madrid.

Hay un momento en el desarrollo de cualquier corriente en el que las cosas todavía no tienen un nombre específico.
Cuando en los años ochenta Madrid estaba salpicada de firmas de Muelle, no estaba instaurado el término graffiti, y muchos menos el de tag, todavía se usaba el término genérico pintada. Pero el amigo Juan Carlos Argüello supuso el germen y el paradigma de esos conceptos.
No solo lo fue en el aspecto gráfico desarrollando una firma icónica y reconocible, sino que sentó las bases del márketing viral.
Casi 20 años después hemos visto cómo las marcas han vestido las calles de un día para otro con campañas comerciales que contenían mensajes (traerá cola, yo no soy tonto, ¿te gusta conducir?) o logotipos enigmáticos que después han cobrado sentido.
La firma de Muelle nunca tuvo más sentido que el plasmado en cientos de cornisas, vallas, puentes y paredes. Algo que empezó siendo un icono sencillo cada vez más difundido y consolidado, evolucionó hasta tener efectos tridimensionales, siempre con un trazo consistente y característico.
Desgraciadamente el mito del escurridizo Juan Carlos Argüello creció como la espuma con su repentina muerte en 1995.
Y esta semana mi sorpresa fue mayúscula cuando puede ver en un muro estampada la genuina firma de Muelle…

 

muelle 1

Bueno, genuina hasta que me acerqué a menos de un metro y pude apreciar que es un tributo con motivo de los quince años de la muerte de su autor. La firma está plasmada en la pared con ayuda de una plantilla que además refleja el intervalo de esos quince años (1995-2010).

 

muelle 2

Quizá llego tarde al tema, pero no he sido capaz de recopilar más información sobre este tributo a Muelle.