Desde bien pequeño siento una extraña fascinación por las falsificaciones. Al margen del componente delictivo evidente, hay un punto de excelencia en el arte de falsificar.
Vamos con un caso práctico. Como en muchos barrios de grandes ciudades, las antiguas tiendas de frutos secos y chuches hoy están regentadas por chinos. En uno de esos establecimientos de mi barrio tienen a bien regalar cromos de Pokemon a los niños. Que en un chino regalen algo me resulta de por sí muy extraño, así que me puse a observar con atención dichos cromos. No me hizo falta el cuentahilos. A la izquierda un cromo de Pokemon bueno y a la derecha el cromo del chino:

Al margen de que el tamaño es distinto y el cromo chino está en inglés, me hace gracia que en el anverso, junto al logo de Pokemon del original aparezca el símbolo de trademark y en el cromo chino no…