¡Han pasado ocho años desde nuestra primera visita a la Imprenta Municipal! En aquella ocasión fue un curso de composición en tipos móviles. Esta vez no nos hemos manchado las manos de tinta, ya que se trataba de una visita guiada. Una muy especial, el taller de caja de la Imprenta. Y la visita tenía un guía de lujo: el mismísimo director de la Imprenta Municipal, Paco Marín.

El taller de caja es el sanctasanctórum donde en su día —hoy casi en desuso— se han compuesto e impreso algunas de las páginas más relevantes de los documentos oficiales de la Comunidad de Madrid.

Hace unos años tuvo lugar una iniciativa encomiable: la catalogación en una base de datos de todos los tipos existentes en la imprenta. Para ello se construyeron unas cajas de madera a medida.
En el taller de caja se conservan una buena cantidad de chivaletes cuyos contenidos han sido igualmente catalogados y etiquetados según su contenido.

En el taller de caja hay varios modelos de máquinas plano-cilíndricas, una Minerva para sacar pruebas… ¡hasta una máquina para refundir los tipos viejos o rotos! Lástima que por falta de un sistema de extracción de humos (la aleación de plomo usada para los tipos es bastante tóxica) no pudiéramos verla en funcionamiento.
La visita terminó con uno de los momentos más disfrutados: la puesta en marcha de una prensa manual construida a imagen y semejanza de la usada por Juan de la Cuesta para imprimir la primera versión de El Quijote. Construida en madera de roble y con un funcionamiento tan simple como preciso. La réplica de la Imprenta Municipal ha sido construida por el ebanista Bernardo López, siguiendo un riguroso proceso de documentación para ser lo más fiel posible a la original.

Nuestra visita acabó con una inesperada y agradable sorpresa: una copia facsímil de algunos de los documentos que se publicaron y distribuyeron el dos de mayo de 1808, con ocasión de la sublevación contra José Bonaparte.
Aviso para tipógrafos y aspirantes: la Imprenta Municipal languidece por la falta de profesionales que quieran continuar el oficio y darle uso y sentido a un edificio que se construyó con un solo propósito: el de ser una imprenta.